Noticia27/09/2024

La Taula del Tercer Sector pide al nuevo Gobierno replantear el modelo de acompañamiento al envejecimiento

La Taula del Tercer Sector Social de Cataluña ha presentado ‘Envejecimiento(s): protagonistas, diversidades y avance hacia un nuevo modelo de acompañamiento integral’, un nuevo dossier Cataluña Social elaborado por Carlos Chirinos, doctor en antropología y comunicación e investigador en la organización social de los cuidados del envejecimiento.

El documento aborda el acompañamiento al envejecimiento con el objetivo de hacer visibles los retos actuales del sistema y reflexionar sobre cuál es la mejor manera de acompañarlas. El dossier pone el foco tanto en las personas mayores en situación de vulnerabilidad y dependencia como en las personas mayores como agentes activos de la sociedad y las personas que experimentan un envejecimiento prematuro a causa de problemas de salud, discapacidad o adicción.

El envejecimiento

No hay un único tipo de envejecimiento sino una diversidad de envejecimientos. Es un proceso amplio, plural y determinado por factores como la clase social, el género, el lugar de origen, la etnia, la diversidad sexual o la discapacidad.

¿Por qué el envejecimiento es un reto en Cataluña?

Como otras sociedades occidentales, Cataluña es una sociedad envejecida. En el año 2023, las personas mayores de 65 años representaban algo más de una quinta parte de la población total (21,7%). Para el año 2050 se espera que superen la cuarta parte de la población (30,1%) y para 2070 que se mantenga esta tendencia (31,4%) (Idescat, 2024).

No sólo es una sociedad envejecida sino sobreenvejecida. En 2023, el grupo de personas mayores de 84 años ya representaba el 19,2 % de la población total mayor de 65 años (Idescat, 2024). Esto quiere decir que el grupo de personas mayores de 85 años será superior en los próximos años (un 24,3% para 2050 y un 32,8% para 2070) con el correspondiente incremento de la demanda de atención y cuidado.

Los cambios demográficos derivados de la longevidad y la natalidad, así como los cambios sociales en los modelos familiares y el papel de las mujeres en el mercado laboral, han comportado una crisis del cuidado de las personas mayores.

Claves para mejorar el acompañamiento en el envejecimiento

  • Con la incorporación del modelo de atención centrada en la persona (los recursos y servicios se adaptan a las necesidades y demandas de la persona y no al revés) y de la interseccionalidad (conocer cómo las desigualdades se relacionan).
  • Con la incorporación de la persona como protagonista para que participe en el diseño de las políticas y tome sus propias decisiones sobre cómo vivir esta etapa de la vida.
  • Con los ecosistemas locales de cuidado que pueden ser útiles para ofrecer un acompañamiento integral a las personas en este proceso de envejecimiento porque amplían y refuerzan los servicios de cuidado de proximidad (públicos, privados y comunitarios) en ámbitos territoriales relativamente reducidos para que las personas mayores puedan ser atendidas localmente, sin que ello implique desvincularse de su entorno (familia y amistades, hogar, comunidad, etc.).

Retos del sistema actual: conclusiones y propuestas

  • La definición de envejecimiento. Falta definir de manera más clara de qué hablamos cuando hablamos de envejecimiento y de la diversidad de vejeces: ni todo el envejecimiento es activo, ni todo el envejecimiento es dependiente y vulnerable. Tampoco se puede enmarcar sólo por la edad, porque hay personas que sufren un envejecimiento prematuro, y faltan datos estadísticos que permitan hacer un diagnóstico sobre el estado de este colectivo.
  • Hay que reconocer la heterogeneidad del envejecimiento y las diversas situaciones sociales, culturales y económicas que lo atraviesan para desarrollar políticas sociales más adecuadas según el tipo de envejecimiento y su contexto.
  • Los recursos: prestaciones y servicios al envejecimiento. Los recursos para la dependencia. Se constatan deficiencias en el Sistema para la Autonomía y la Atención de la Dependencia (SAAD).

Los recursos son insuficientes para una población sobreenvejecida que se incrementa con los años y pide más atenciones. Destaca la situación del Servicio de Atención Domiciliaria (SAD) y la insuficiencia del tiempo que se destina a la atención. Este servicio de copago no acostumbra a garantizar más de una o dos horas diarias de cuidado y, además, no atiende los fines de semana ni en horario nocturno. El SAD ha pasado de representar el 7% en 2012 al 15% en 2020, duplicando la demanda en 8 años.

También destaca la falta de plazas en centros de día o residencias y las largas listas de espera. En este caso, hay un incremento progresivo de los recursos disponibles de centros residenciales y centros de día para el mismo periodo (de un 6% y un 5%, respectivamente), unos incrementos que aún no pueden absorber la demanda que es elevada. El dossier Catalunya Social sobre las listas de espera (noviembre, 2023) ya apuntaba que 10.938 personas mayores en 2023 estaban esperando una plaza de residencia en Cataluña y 3.078 personas mayores se encontraban en lista de espera para acceder a un centro de día.

Los recursos para la prevención. La mayoría tienen una rincipalme rincipalmente sanitaria y hacen énfasis en el estado de salud de las personas mayores y sus fragilidades. Hay una gran diversidad de programas de prevención, promovidos sobre todo por ayuntamientos y entidades sociales, que acostumbran a basarse en el envejecimiento activo y saludable. Estos recursos se organizan en torno a áreas básicas (consejos comarcales, ayuntamiento o municipalidades regidos por los servicios de salud, como los CAP, y los servicios sociales). De hecho, los más de 400 Centros de Atención Primaria (CAP) son una pieza clave en el entramado de la prevención porque acostumbran a ser los primeros agentes en identificar los factores de riesgo desde la proximidad.

Es necesaria una apuesta por resolver la histórica infrafinanciación del acompañamiento al envejecimiento, que permita reducir las listas de espera y acceder a los recursos necesarios, así como una apuesta por un diseño de los diferentes recursos y apoyos en base a un modelo preventivo social, de base comunitaria y que considere la diversidad de envejecimientos y las necesidades diferentes en función de factores como la discapacidad, la migración, o la situación económica, entre otras, para ofrecer respuestas a las necesidades reales de las personas a lo largo del envejecimiento, con una especial atención a las personas con situaciones más complejas.

El paradigma familiarista del cuidado. El gran reto de la atención al envejecimiento aún se basa en este paradigma que conlleva múltiples desigualdades estructurales. El género es la primera desigualdad porque muchas mujeres siguen teniendo la responsabilidad del cuidado de las personas mayores.

Es necesario un cambio de los modelos del cuidado en el ámbito social y político, así como un cambio de perspectiva sobre qué es cuidar y el papel de la persona cuidadora, entendiendo los cuidados como un compromiso social y una práctica humana y ética, antes que una obligación moral asociada a hijas, esposas, hermanas o nueras.

4. El modelo residencial y el proceso de desinstitucionalización. Otro de los principales retos es cómo garantizar el derecho de las personas mayores a participar activamente en la toma de decisiones sobre el modelo residencial que prefieren. Actualmente, el modelo comprende varias posibilidades (el hogar, los centros residenciales -que pueden ser públicos, privados o concertados-, iniciativas familiares y comunitarias como el cohousing o las viviendas colaborativas autogestionadas). A menudo, sin embargo, no es la persona quien decide sino que lo hace su entorno.

  • Los centros residenciales siguen teniendo un fuerte estigma social y necesitan cambios para que vivir en las residencias sea como vivir en el propio hogar. Ahora, la residencia es la última opción para las familias cuando es prácticamente imposible cuidar en el hogar. Hay una lista de espera que puede ir de 6 meses a 5 años (Informe CUMADE, 2021). También existe la opción de solicitar una prestación vinculada al servicio (PEVS), lo que implica que la familia asuma parte de la plaza, una cantidad que puede llegar hasta los 2.000 euros al mes, lo que no todas las familias pueden permitirse asumir.
  • En Cataluña, como en el resto del Estado, se están promoviendo procesos de desinstitucionalización para revertir el binomio domicilio-residencias. A pesar de defender el modelo de ecosistemas locales de cuidado, las residencias seguirán siendo un agente clave de la atención al envejecimiento sobre todo en los casos de mayor dependencia y, por tanto, deben transformarse en aliadas en el acompañamiento al envejecimiento.

Es necesaria una transformación del grueso de centros residenciales para que avancen hacia un modelo de atención centrado en la persona. Vivir en una residencia debería traducirse en que las personas tienen la posibilidad de decidir y negociar sobre los horarios de visitas, los momentos de servicio (higiene, comidas, etc.) o el deseo sobre el propio entorno, con animales de compañía, plantas, etc. Los centros residenciales del tercer sector han desempeñado un papel fundamental en este cambio de paradigma, una punta de lanza que se basa en el modelo de atención centrada en la persona.

5. Hacia un modelo integral de acompañamiento al envejecimiento. Cataluña sigue la tendencia sociodemográfica mundial según la cual la longevidad y el sobreenvejecimiento son problemas sociales que hay que atender de manera urgente. En un futuro, las demandas de atenciones al envejecimiento se incrementarán tanto en el ámbito preventivo como en situaciones de vulnerabilidad. Esto obliga a que los diversos agentes de atención tengan que trabajar de manera más articulada e integradora. No se trata sólo de una cuestión de recursos (que ya lo es) sino de construir un modelo integral de acompañamiento al envejecimiento que sepa reconocer y trabajar de manera conjunta en las diversas fases y situaciones de las personas envejecidas.

Hay que integrar la atención colaborativa y compartida entre los diversos profesionales, abordando de manera conjunta los múltiples servicios asistenciales y de acompañamiento de las personas en el proceso de envejecimiento, como la atención primaria, las residencias, los centros de día, el SAD y otros equipamientos. Todo ello, superando las barreras administrativas de la compleja trama que son las instituciones públicas (salud, bienestar social, vivienda, cultura, trabajo, justicia, etc.).

Al mismo tiempo, hay que ser conscientes de que la atención personalizada de base local y comunitaria requiere más recursos públicos, más apoyo a las familias cuidadoras y una mejora sustancial en la calidad del empleo, además de la ya mencionada integración social y sanitaria.

Hay que incorporar la perspectiva del envejecimiento de manera transversal en todas las políticas públicas, dar voz a las mismas personas mayores sobre su proceso de envejecimiento y en todas las decisiones que se vinculan, así como evidenciar el reconocimiento de las entidades sociales locales como agentes expertos en el acompañamiento a las personas mayores y sus familias, desde una visión de atención centrada en la persona y de base comunitaria.