19/03/2025

Justicia social

Apelamos al estado social, a la equidad, a la redistribución de la renta y a otros conceptos para hablar de justicia social. Hoy, gracias aún al sostenimiento precario del estado del bienestar, podemos decir que se ha avanzado mucho en la igualdad de oportunidades en las sociedades modernas debido a la introducción de políticas de protección social hasta casi erradicar la pobreza extrema y la marginalidad. Y es que el estado benefactor ha venido a garantizar unos derechos fundamentales básicos de los ciudadanos. Por el contrario, los más críticos creen que un estado demasiado protector genera ciudadanos parásitos y demasiado dependientes, pues consideran que vivir de los subsidios, las prestaciones y las ayudas públicas acaba convirtiéndose en un hábito.

En el trasfondo surge una pregunta: ¿Cómo se debe ayudar a los ciudadanos más desfavorecidos de una sociedad? Es muy loable que una parte importante del gasto público se dedique a hacer política social para garantizar unos derechos mínimos de los ciudadanos, pero también es legítimo defender que esta protección no puede cronificarse. El estado del bienestar debe garantizar unos derechos, pero los ciudadanos también deben tomar conciencia de que tienen unos deberes. Y esto se aprende educando y enseñando.

Los estados deberían invertir más recursos en los centros de formación y universidades, no solo en estudios prácticos para ganarse la vida, sino también en hacer pedagogía y formar a las personas en términos de justicia, en forjar unos valores y en cultivar la bondad y la autosuficiencia. La moderna sociedad actual, tecnológica y artificialmente inteligente, busca formar técnicos, especialistas y expertos en muchas disciplinas. Y eso está muy bien.

En cambio, no se dedica demasiado tiempo ni atención a educar personas idóneas para vivir en sociedad. Preferimos formar personas de éxito en lugar de personas con valores. Preparamos a las personas para competir, pero no para convivir. Somos capaces de enviar personas a la Luna en un cohete, pero somos insensibles con nuestros familiares, amigos o vecinos. Una sociedad exitosa es aquella que promueve que sus integrantes sean cada día mejores personas y no aquella en la que unos compiten para ser mejores que otros. Un estado benefactor debe ser inclusivo, para que en sus integrantes arraigue un sentimiento de pertenencia a una comunidad, un espacio donde tengan garantizado el disfrute de unos derechos, pero también el firme compromiso de cumplir unos deberes.

La justicia social triunfa en aquellas sociedades donde existe un consenso entre los ciudadanos sobre cuáles son sus derechos y cuáles son sus deberes.